miércoles, 6 de noviembre de 2013

Colgarse del caño...


Los dos grandes clubes del fútbol español vienen con aparato mediático incorporado. La ocupación de esos accesorios de serie es analizar hasta la extenuación cada uno de los aspectos relacionados con el día a día del equipo de sus entretelas.

Somos muchos los que creemos que la influencia de cada uno de esos aparatos no es proporcional al peso específico de ambas instituciones. Por una serie de circunstancias, la prensa filomadridista posee una caja de resonancia mucho mayor que la de la prensa afín al F.C. Barcelona.

Esa realidad, a mi modo de ver incontestable, conlleva una serie de vicios que distorsionan conceptos y percepciones. Manipulación, intereses inconfesables y fobias innegables pretenden alterar una realidad que, pese a todo, sigue siendo única e irrefutable.

Sin embargo, el incansable bombardeo con el que nos castiga la caverna mediática madridista nos hace olvidar, a veces, inconfesables intereses e innegables fobias de la prensa deportiva catalana.

El mejor Barça de todos los tiempos y un Real Madrid muy, muy antipático (por no decir que absolutamente borde), ha facilitado enormemente la labor, en Barcelona, de unos medios que se han visto inmersos, de forma casi inevitable, en el seguidismo y el aplauso palmero.

Pero que tus altavoces sean más pequeños y tu estilo más pausado, no equivale a que tu forma de hacer periodismo no esté contaminada por cuentas pendientes y rencores mal digeridos.

Por mucho que las grandes estrellas de la caverna mediática madrileña, en un infantil intento de autojustificación, no se cansen de acusar a los medios catalanes de ocultación y pensamiento único, la historia nos habla de un entorno cainita y autodestructivo que, a la primera ocasión, se lanza a la yugular del primo hermano. Por no retroceder a épocas más lejanas, sólo hay que recordar el tratamiento que se dio al sustituto de Johan Cruyff en el banquillo del Barça. La suerte es que el Tata no se ha venido con traductor incorporado.

Algunos se empeñan en ignorar las circunstancias en las que Martino se ha visto obligado a aterrizar en Barcelona (convirtiéndose en el técnico con mejores resultados en su debut de la historia del F.C. Barcelona, dicho sea de paso). Pesa más esa inacabable guerra intestina que no entiende de objetivos comunes ni de épocas de transición. El odio y la inquina a un incompetente Rosell arrastran a un Tata que sigue esforzándose en tirar de oficio y trabajar con lo que tiene. Pero no es culpa del técnico argentino que algún tótem sagrado no siga en el Barça, ni de que las piernas de los jugadores que alcanzaron el paraíso del fútbol sean cuatro años más viejas. No es culpa suya que sea tan difícil no cambiar nada cuando, en realidad, todo ha cambiado.

El Tata ya sabe que le esperan con el lanzallamas desenfundado y que la primera derrota será una excursión al Monte Calvario. Nadie dijo que ser entrenador del Barça fuese un trabajo fácil, pero lo que ha quedado claro es que nunca es gratis hablar de la prensa... sea la de allí o la de aquí. 

Desde ayer, Gerardo Martino ha demostrado que, hablando claro y diciendo la verdad, es bastante fácil ponerte a la "prensa amiga" de culo. 

Porqué si. Los periodistas de bufanda no son más que unos barras bravas. 

Y solo les falta colgarse del caño.







No hay comentarios:

Publicar un comentario