martes, 11 de octubre de 2011

Grandes mitos del barcelonismo. Capitulo II: Cleo.

13 de diciembre de 1981, Bilbao. Andoni Goicoechea, fino estilista, defensa de depurada técnica, titular indiscutible en el elegante Athletic Club de Javier Clemente, tropieza y, de forma totalmente involuntaria, le parte la pierna a Bernd Schuster.

El pecident Nuñez se pone nervioso, y de acuerdo, o no, con el entrenador del momento, el simpático Udo Lattek (que previamente, había vetado el fichaje de Toninho Cerezo), decide fichar por 15 millones de pesetas a un guaperas brasileño al que habían echado el ojo en el homenaje a Costas y De la Cruz en septiembre de 1980: Cleo Inacio Hickman, el mítico Cleo.

Cleo aterrizó en Barcelona en febrero de 1982, con 22 años y melena rubia al viento. Su contrato era de sólo tres meses, pero el crack brasileño llegó muy seguro de sus posibilidades: "Vengo para jugar estos tres meses que restan de temporada, pero, pienso fichar por tres años después de que los técnicos me vean jugar".
Dicho y hecho, el centrocampista, procedente del Internacional de Porto Alegre, comienza a entrenarse con sus nuevos compañeros incluso antes de rubricar su nuevo contrato, con la esperanza de que los trámites de su fichaje le permitan enfrentarse a una Real Sociedad que terminaría adjudicándose aquel campeonato.

Cleo no pasó inadvertido en su primera toma de contacto con sus nuevos compañeros. Joan Gaspart y Nicolau Casaus quedaron encantados con "lo guapo que es", relacionando su belleza física con la cálidad técnica. Sus compañeros no quedaron tan encantados. Además de cierto cachondeo, hubo caña para el brasileño. Zuviría le dejó un cariñoso recuerdo en un tobillo.

Pero lo que realmente marcaría el fichaje de Cleo por el Barça fue que, semanas antes de volar a Barcelona, el crack realizaba unas declaraciones al periodista brasileño Roberto Gigante en las que aseguraba haber tenido "experiencias homosexuales asumidas y tranquilas" y que "el homosexualismo no es anormal entre los jugadores, aunque nunca se practica en las concentraciones". Estas declaraciones iban acompañadas de unas fotografías del jugador en pelota picada (o casi). El diario La Folha de Sao Paulo tuvo la mala idea de publicar el reportaje una vez que Cleo ya había llegado a Barcelona, y a la conservadora directiva culé casi le da un patatús colectivo.

Ni corto ni perezoso, el eficaz Joan Gaspart se trajo a la novia de Cleo, Maria José Costa Silva, directamente de Brasil. Con Núñez de testigo y con el propio Gaspart de padrino, la feliz pareja se casa sin que ningún miembro de la plantilla blaugrana acuda a tan feliz acontecimiento.

Pero soltero o casado, Cleo sólo jugó 45 minutos en un amistoso contra el Centre d'Esports L'Hospitalet durante sus tres meses como jugador del F.C. Barcelona.

Finalmente, el crack brasileño se fue de Barcelona con los cinco millones de pesetas pactados en su contrato y con un Ford Fiesta blanco que le regalaron los señores de Auto Casa.

Cleo volvió al Internacional de Porto Alegre, con el que jugó pocos meses después el Joan Gamper que servía de presentación de Diego Armando Maradona. El rubiales se marcó un partidazo y los brasileños se llevarón el Gamper de 1982.

Posteriormente, Cleo jugó en Palmeiras, América y Recife, para retirarse en 1989 en el modesto Vila Nova.

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