domingo, 10 de julio de 2011

Messi y las necesidades argentinas.


POR LA ESCUADRA
Messi y las necesidades argentinas
Quieren herir a Leo gritando "Maradona", el ídolo que se fue diciéndoles: "Chupármela"
Hay futbolistas que son leyendas, que marcan épocas, que son recordados como auténticos mitos. Todo depende de lo que han conseguido con sus selecciones nacionales, sus clubs y por los premios individuales. Sin ganar un título mundial con sus países figuran tres grandes o, al menos, tres que recuerda mi memoria: Alfredo di Stéfano, Johan Cruyff y Leo Messi. Los dos primeros hace tiempo que están retirados, pero siguen siendo símbolos, jugadores con prestigio, ejemplares, de los que no se ven cada día. El tercero tiene apenas 24 años, pero con su club, el Barça, no le queda nada por conquistar. Tiene títulos de Liga, Champions, Mundial de Clubs, y trofeos individuales los acapara todos, en una época en la que tiene excelentes competidores, en un periodo en el que los rivales toman mayores precauciones defensivas y estudian más al contrario. Pero Messi tiene hasta goles para la videoteca, para hacer películas.

Messi, sin embargo, no está siendo un hombre feliz cuando juega con su Argentina. Y los argentinos, a juzgar por las noticias que llegan de allá, tampoco lo son con él. Messi tiene un gran problema: es argentino, ama a su gente, se siente argentino, habla como ellos, no ha perdido ni una sola de las entonaciones pese a llevar muchos años en Catalunya. Pero su gente no valora ninguno de esos aspectos, entre otras cosas porque él no ha destacado por ellos. Ha sobresalido por su juego, por sus virtudes con el balón, por su eficacia en el club que le dio vida. Pero resulta que, cuando se pone la camiseta de Argentina, Messi no es Messi. Como Argentina nada tiene que ver con el Barça.

Messi tiene otro problema añadido. Ni es de Boca, ni es de River. Pero tampoco es de Rosario, ni del Racing, ni de Chacarita Juniors, Vélez Sarsfield o Independiente. No, de ninguno de ellos. Nunca jugó allá, pues no tiene afición de ninguna parte de Argentina. Muchas páginas se necesitarían para hablar de los nacionalismos existentes en lugares futboleros. Eso no es nada, comparado con los otros tipos de nacionalismos. Y para muchos argentinos Messi es un adoptado, un nacionalizado, eso que desde hace un tiempo algunos países árabes utilizan para ganar medallas y reconocimiento en el deporte y de lo que no ha podido escapar España. Los argentinos no quieren nacionalizados. Los que critican a Messi son tan suficientes, tan guapos y tan inteligentes que no creen en foráneos aunque haya jurado bandera, tenga pasaporte y hable como argentino.

Hace un par de días hablé con el padre de Messi y el hombre estaba alucinando con "las barbaridades" que están diciendo en Argentina muchos de sus propios compatriotas sobre su hijo. Nadie como Jorge Messi sabe las ansias que tiene Leo de triunfar en ese país. Se muere de ganas, cambiaría todos los títulos ganados con el Barça con tal de hacer feliz a su gente y sentirse querido por su pueblo. Pero este tango ya está escrito. No es una milonga ni tampoco un cambalache. Esta historia de Leo Messi es una historia real, de amor además. Los argentinos quieren ver triunfar a Messi, necesitan que Messi sea su líder porque desde hace tiempo se quedaron sin ellos. Se les fue Perón, se les fue Evita y hasta se les fue Maradona. Eso sí, este último, al que recordaron hace unos días como para herir la susceptibilidad de Messi, se les fue diciéndoles una palabra histórica, "Chupármela", cuando clasificó in extremis a Argentina para Sudáfrica. No creo que Messi les diga algo parecido el día que les dé la felicidad de un título. Es otro tipo de argentino. Que los hay. Seguro.

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